Witheridge In Hay
El queso Witheridge in Hay lo elabora Nettlebed Creamery, una quesería artesanal situada en la aldea de Nettlebed, en el área de Henley-on-Thames, condado de Oxfordshire, Reino Unido. La quesería fue fundada por Rose Grimond; aunque la empresa se constituyó en 2013, la producción de queso comenzó en 2015 con el objetivo de transformar la leche orgánica de la granja familiar en productos lácteos artesanales de alta calidad. La leche proviene de vacas de razas cruzadas —Montbéliarde, Norwegian/Swedish Red y Holstein— que pastan en praderas de pasto y trébol, enriquecidas con hierbas como achicoria, llantén o milenrama. Esta atención a la alimentación del rebaño y al entorno natural transmite el “terruño” al queso, reflejando la identidad del paisaje local en cada pieza.
La filosofía de la quesería prioriza la agricultura orgánica certificada y busca reflejar en sus productos la riqueza del entorno y el cuidado del rebaño. Entre sus elaboraciones destacan tres quesos principales: Bix, un blando triple crema; Highmoor, de corteza lavada; y este Witheridge in Hay, un semiduro envejecido en heno. Además producen leche, kéfir, nata y, ocasionalmente, helados, siempre de forma artesanal, dando prioridad a la calidad sobre la producción masiva. La quesería dispone de un pequeño café/tienda, The Cheese Shed, donde visitantes, ciclistas y paseantes pueden comprar sus quesos y degustar tostadas con queso, batidos de kéfir o café elaborado con leche propia, en un entorno rural y acogedor.
El nombre Witheridge in Hay hace referencia a la colina cercana Witheridge Hill. Se trata de un queso semiduro, elaborado con leche pasteurizada orgánica, de pasta cremosa y ligeramente mantecosa, con textura suave y flexible. Su corteza natural está envejecida en heno, técnica que le aporta notas herbáceas y ayuda a mantener la humedad. La pasta es de color amarillo pálido o dorado, mientras que la corteza muestra tonos oliva-verdosos y beige, propios del heno utilizado. Durante su maduración, de 6 a 9 meses, desarrolla un perfil de sabor complejo: combina la potencia de un cheddar maduro con dulzor, matices umami, notas terrosas y afrutadas, y un final amplio y equilibrado.
Se recomienda disfrutarlo en tabla acompañado de frutas frescas, frutos secos, pan rústico, crackers, mieles suaves o chutneys de manzana. En cocina, su textura semidura y su cremosidad al fundirse lo hacen ideal para gratinados, tartas saladas, pasta o como queso principal en tostadas y sándwiches calientes. Para maridar, armoniza con cervezas ale ámbar, sidras secas, vinos blancos aromáticos como Chenin Blanc, o tintos ligeros tipo Pinot Noir.
